Todo cae y se acrecienta.
T odo cae y se acrecienta. Caen los ángeles sin importarle que su caída encarne la inclemencia de nuestras apreciadas ilusiones. Caen sobre los bosques de donde surgió el resplandor que ahora llevan los ciervos. Caen y no volverán a ser contemplados porque la esencia de cualquier quimera perdura en todo aquello que se disipa. Caen con el propósito de que los hombres no aspiren sentarse a la sombra de sus alas. Caen porque así cayeron los leones de alabastro que ostentan los reinos para demostrar su poder. Lo que cae, sin dilación, asciende con otro nombre en un ciclo que preserva y devora. Con la ascensión se restablece el orden de lo que fue insólito. Se renueva el garabato en cual se ha escrito la historia del mundo. Cobra esplendor la calcinada tierra, Pasta el ganado en los brazos de ciertos dioses. Al parecer los hombres no pueden estar por mucho tiempo vacíos de ensueños,