LA  OTRA CARA  DEL PARAISO.


Por Alejandro Lorenzo.














Manuel Ballagas nos entrega su primera novela, Descansa cuando te mueras, Edición Lulu 2010 con doce capítulos que chocan contra ese lector que todavía esta convencido de la existencia del sueño americano o que a veces cierra los ojos ante ciertas realidades que no guardan relación con ese sueño.
Doce historias perfectamente hilvanadas que podrían llegar a multiplicarse hasta lo interminable y no harían decaer el interés en su lectura, porque cada una es una descarnada y vital aventura en el mejor estilo del denominado realismo sucio.
El tema gira en torno a un refugiado político cubano, Manny, que arriba al anhelado Estados Unidos. Vive en La Pequeña Habana, en la Saguesera, una comunidad multiétnica emplazada en el gran Miami y enmarcada en el tiempo a mediados de los 80 que poco se distancia su vigencia al de la década de los 90 y menos al de estos diez primeros años del siglo XXI con su hilera de rascacielos semivacíos por la crisis inmobiliaria, el desempleo galopante y los recortes drásticos a los programas sociales que arrojan prácticamente a la calle a desamparados enfermos mentales, drogaditos y una abundante variedad de seres en permanente conflicto social.
Manny es un simple hombre que trata de trabajar honradamente cobrando a clientes de la Pequeña Habana instalaciones de TV por cable. En cada domicilio que entra se ve envuelto en situaciones que evocan las absurdas y sorpresivas escenas de los Films del director norteamericano Quentin Tarantino ( Pulp Fiction)

Luego de un asalto a su domicilio y la violación por parte de los malhechores de su mujer, trata de escapar hacia Nuevo York en busca de un ambiente mejor, pero un amigo lo convence de que regrese. Llega a comprender que cambiar un gettho por otro y además que desconoce, no es una buena solución. Reflexiona: La Saguesera, un verdadero antro de morralla y salación, pero al menos poblado por un tipo de bestia conocida. Y más adelante apunta: De todas formas, ya estaba cansado de huir, de escapar, de perseguir quimeras, de fugarme. El frío no está en nada, pensé. Para el calor, esta el aire acondicionado.

El sexo, en esta novela es explicito, crudo, y constate. Ballagas hace difícil a cualquier crítico describir algunas escenas en ese orden, sin escandalizar a cierto público lector no habituado a este tipo de narrativa.

Indudablemente este autor es un heredero de los escritores transgresores de la literatura norteamericana: Charles Bukowski y particularmente Henry Miller, que con sus novelas, todas censuradas en una época en los Estados Unidos por ser consideradas obscenas, Trópico de Capricornio 1939 es una de ellas , liberó a la literatura americana del puritanismo y los tabúes sexuales existentes.

Es curioso que este escritor, un reconocido periodista en los medios de comunicación tanto hispano como de Estados Unidos y que durante décadas ha trabajado en periódicos como The Miami Herald, The Wall Street Journal y antes de jubilarse  fundador del suplemento en español The Tampa Tribune, halla lanzado su primera obra literaria con un tema tan demoledor y con un personaje como Manny que cuando se leen los primeros capítulos descubrimos que es la antítesis del exitoso Ballagas real, el mismo que escribe en un articulo que conmemora sus 30 años de arribo a Estados Unidos por el éxodo del Mariel y en donde confiesa: Cuando salí de la embajada pesaba apenas 99 libras. Treinta años después, peso 50 libras más; todas se las debo a mis esfuerzos y a la bondad del Tío Sam, que me acogió como un buen samaritano y abrió para mí todo un universo de sueños que hasta ese momento hubiera supuesto inalcanzables. Las 50 libras trascienden, por lo demás, la simple masa corpórea; he crecido también, sin duda, en otros órdenes menos pedestres. El rostro en mi nuevo pasaporte es el de un ser humano más gordito pero igualmente realizado, satisfecho, que ha alcanzado cumbres profesionales envidiables y ha echado raíces en una tierra generosa donde el arduo trabajo tiene recompensas que nunca hubiera podido siquiera concebir en la patria de mis ancestros.

Contradicciones. ¿Y qué sucede con alguien que no alcanza ese éxito promulgado por el autor como algo intrínsico en el país de las oportunidades? Puede que ese hombre o ese conglomerado de hombres se conviertan en criaturas fuera de la norma y posteriormente se tornen en permamentes olvidados sociales. Cómo es posible, se preguntarían algunos lectores de este libro, adentrarse a un mundo violento, sórdido, sin esperanzas, sin haberlo vivido y sin terminar convertido en un fracasado como lo es en definitiva el tal Manny de la novela? Un personaje que escapa de un infierno totalitario para entrar, al parecer por lo que narra Ballagas, en otro.
Quizás Descansa cuando te muera resulta un texto cargado de fatalismo y estancamiento, escrito por un escritor políticamente correcto pero que evidencia transparentemente que delante o detrás de una ciudad, que se vende como un ejemplo de rápido desarrollo económico, tocada por el glamour, el turismo internacional y de una prospera industria de la nostalgia relacionada con una republica cubana irremediablemente desaparecida, habita otro mundo asfixiante donde es casi imposible habitar.

                                          Quillermo Rosales

Manuel Ballagas se inserta en esta corriente del desencanto que muchos escritores cubanos de dentro o de fuera de la ínsula han estado produciendo. Sin crear analogías, porque cada uno lleva consigo su facturación propia, Descansa cuando te muera esta conectada de cierta forma con la exitosa novela Trilogía Sucia de la Habana, de Pedro Juan Gutiérrez, y en el exilio, primero, a la conmovedora Boarding Home del desaparecido Guillermo Rosales, o rebautizada recientemente por la casa editorial Siruela como La Casa de los Náufragos.

Es un homenaje póstumo a Carlos Victoria con ese impactante libro de cuentos Las Sombras en la Playa. Edición Universal, El Portero de Reynaldo Arenas, Las aguas oscuras del amor de Carlos Díaz Barrios y en el campo de la poesía no podemos dejar de incluir a un raro y desventurado poeta cubano nombrado Leandro Eduardo Campa que plasmó en su único poemario publicado en Miami, Little Havana Momorial Park, unos personajes y un ambiente sobrecogedor, pero desde la muerte, similar al que Ballagas ha plasmado en su novela
Esta radiografía de la cara fea del supuesto paraíso convence y nos hace reflexionar. Lo logra, porque Manuel Ballagas cumple la adecuada regla de oro de todo gran escritor, el desdoblamiento, esa capacidad de distanciarse de sus vivencias personales y de su verdadero entorno, con los espacios por donde se mueve el sujeto principal y los secundarios, que él valientemente ha creado.

Comentarios

  1. Creo que esta es una excelente reseña, bien contextuada y pródiga en esas interrogantes a las que nos has habituado. De la novela conozco lo que me has leído; es cierto que es demoledora de ese sueño, soñolencia ya, americana, o tal vez miamense. Eso que llamas corriente del desencanto creo que es de lo más interesante que pueda testimoniar en literatura el destino de esos cubanos de los que no se habla en la Isla, los distintos, los no ejemplares. Y muy curiosa la no identificación aparente al menos, entre Manny y su autor, quien cumple con esa regla de oro del desdoblamiento que mencionas tan acertadamente. Sin ella la literatura fuera algo así como un reporte; y los escritores, carentes de alas, desbordarían las salas de los manicomios.
    Cristina

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